Recuerdos y visitas [Libre]

El aula de encantamientos, situada en el segundo piso del Castillo de Hogwarts, era grande y bastante luminosa, en su interior se encontraba un gran número de pupitres y sus correspondientes asientos, debido a la gran cantidad de estudiantes que recibe en cada clase, aproximadamente podían acceder entre 30 y 40 alumnos por clase, sobre cada mesa se encontraba una pluma de escribir y un pergamino. Al final del aula, justo delante de un gran ventanal, se encontraba una mesa, la cual se suponía que era la del nuevo profesor de encantamientos, el profesor Merian.

A pesar de que era la mesa del profesor, esta no era mucho más grande que las de los alumnos, sino más bien era del mismo tamaño exceptuando un par de cajones que tenía sobre el lado derecho, detrás de aquella mesa se encontraba una silla de madera y sobre esta el profesor Merian, jefe de la casa Ravenclaw. A un lado de la clase, cerca de la pared se encontraba una gran estantería con numerosos libros de encantamientos, algunos de los títulos eran: "Encantamientos actuales", "Encantamientos de la época medieval", "Encantamientos protectores"...etc.

Era la media tarde del primer día de Merian como profesor en el castillo. En ese momento dicho profesor estaba leyendo unos pergaminos que pertenecían al anterior profesor y que se encontró en uno de los cajones, probablemente fuera información de algún curso o simples datos sobre encantamientos aunque su verdadero contenido solo lo conocían en aquel momento el anterior profesor y el nuevo profesor de aquel aula.

Segundos después Merian levantó la cabeza, guardó el pergamino en el cajón donde lo encontró, se levantó y se dirigió hacia el ventanal, casualmente en ese momento había unos alumnos en los jardines pues debido a la hora, media tarde, tenían libre disposición para descansar y divertirse. Fue entonces cuando el profesor recordaba sus tiempos en aquellos pasillos y como se metía en líos durante las noches.

El día había avanzado con suma tranquilidad. Me había topado con la presencia de varios compañeros rezagados en la sala común de Slytherin e intercambiado alguna que otra palabra con ellos evitando así el incesante aburrimiento entre clase y clase. En otra ocasión habría bajado hasta el campo de Quidditch, pero aquella mañana había amanecido con dolor de cabeza, probablemente fruto de las horas que acumulaba sin dormir.

Decidí que era el momento adecuado para adelantarme a la clase de aquella tarde. No me gustaba interrumpir a los profesores con mis dudas. Especialmente porque aquello requería mostrarle al mundo que no era tan sabio como pudieran revelar mis notas. La asignatura de encantamientos no se me había dado del todo mal hasta que habíamos empezado con el encantamiento no verbal. Entonces habían comenzado todos mis problemas.

Llegué al segundo piso con mi ejemplar de Últimos avances en Encantamientos bajo el brazo y me asomé a la puerta comprobando que no hubiera nadie todavía - nadie que no fuera el profesor, evidentemente. Para mi sorpresa se trataba del nuevo profesor y Jefe de la casa Ravenclaw. Había olvidado aquel ínfimo detalle y por ello estuve apunto de darme la vuelta y volver por donde había venido, sin embargo los voces de los compañeros en las escaleras me hicieron replantearme la huída, por lo que finalmente entré en el aula.

El profesor miraba a través de la ventana, ignoraba lo que estaría pensando en aquel preciso instante, pero tampoco me importaba. Caminé con altivez - aunque no fuera necesario dada la estatura del contrario - y posé el libro en el pupitre esperando así sacar al profesor de su ensimismamiento — buenas tardes, profesor — dije con suma educación cruzando los brazos en la espalda — espero no molestarle, señor. Querría resolver unas dudas, pero puedo venir en otro momento si así lo prefiere — no sabía cómo se llamaba ni si era de los que consideraban aquel comportamiento como pura pedantería. Por eso decidí aguardar.

Segundos después de colocarse frente aquel ventanal, el profesor Merian notó como alguien entraba en el aula, seguramente sería uno de los alumnos que habían oído de la charla que daría en aquel aula aunque para su sorpresa no era así, era un joven alumno de Slytherin y este tras saludar a dicho profesor realizó un comentario que llamó a atención de Merian, espero no molestarle, señor. Querría resolver unas dudas, pero puedo venir en otro momento si así lo prefiere, a lo que el profesor respondió:

-No, para nada que molestas, te resolveré todas las dudas que tengas al final de la hora, cuando todos los alumnos que están por llegar salgan del aula.

Tras decir aquellas palabras y justo al acabar de decir la última de ellas notó como la puerta del aula de encantamientos se abría dando paso a una joven Ravenclaw,  esta si que era una recién llegada para aquella reunión de alumnos-profesor. La joven pidió disculpas por la tardanza aunque más bien era de las primeras a lo que el profesor comentó:

-No pidas perdón querida, todavía quedan compañeros por llegar.

Momentos más tardes alumnos de todos los cursos y casas comenzaban a entrar en el aula, especialmente de la casa Ravenclaw. Tras pasar un buen rato sin que entrara nadie más en el aula, el profesor decidió dar por comenzada la clase, o mejor dicho la reunión, así que con un toque de varita señaló la puerta provocando que esta se cerrase sola.

-Alumnos y alumnas de Hogwarts, como bien sabéis soy el nuevo profesor de encantamientos y el Jefe de la Casa de Ravenclaw. He convocado esta clase especial para que nos conozcamos todos un poco mejor, sepamos un poco sobre vuestra vida y hagamos amistades todos.

Esperó unos segundos para observar la reacción de sus alumnos ante aquellas palabras y continuó con la charla.

-Para empezar os voy a contar un poco sobre mí. Mi nombre es Erwin Merian y nací en Southampton, una ciudad situada en la zona sur de Inglaterra. Mi padre era un profesor en una escuela mágica alemana y mi madre era ama de casa, aunque al igual que yo nació en Southampton, y es una Squibs.

Merian no dudó en decir que descendía de una Squibs y lo dijo con la cabeza bien alta, dando a entender de que él no era como muchos otros profesores que daban importancia a los nacidos de magos, él daba la misma atención a todos sus alumnos por igual. Tras terminar de hablar esperó a que alguno de sus amigos diera comienzo con su presentación, quería conocerlos a todos y poder entablar una amistad con ellos y lo más importante, crear amistades entre las diferentes casas de Hogwarts, el verdadero objetivo de esa reunión, disipar las rivalidades de Gryffindor y Slytherin y las de Ravenclaw y Huffflepuff.

No esperaba la llegada de nadie hasta dentro de unos minutos, por eso me sobresalté al escuchar el saludo de la Ravenclaw. La conocía, era de mi curso, sangre pura, y formaba parte de mi escueto grupo de amigos. Motivos suficientes para saber que su presencia no me molestaría.

Asentí con gentileza a las palabras del nuevo profesor. No esperaba quedarme después de clase. A esas horas era cuando todos aprovechaban para preguntar sus dudas y mi presencia sería non grata - al menos en mi cabeza, porque probablemente los demás ni se inmutarían.

La creciente llegada de alumnos era evidente, por lo que recogí el libro y me senté en uno de los pupitres a expensas de atender a aquella reunión de carácter informativo. Me venía bien para conocer al nuevo profesor y aprender el tipo de evaluación que iba a realizar. La puerta se cerró con la llegada de un último grupo de estudiantes. En la clase había mayoritariamente Ravenclaws. La razón principal, no era una clase obligatoria, tan solo una reunión.

<< Oh…oh… >> esa fue mi reacción en cuanto escuché que pretendía conocer cosas acerca de nuestras vidas y que abriéramos nuestro círculo de amistades. Si aquel hombre pretendía juntarnos a todos después de seis años en la escuela, iba un poco desencaminado. Un purista jamás se juntaría con un sangre sucia, al igual que un Gryffindor lo tendría muy difícil para caerle en gracia a un Slytherin. La cosa continuó empeorando. Acababa de reconocer abiertamente que era el hijo de una Squib y con ello estaba logrando levantar el ánimo de los sangre sucia que también habían asistido a la reunión. Mis dientes chirriaron en un intento por no cerrar la mano en un puño, asimismo pude escuchar algunas risas provenientes de mis compañeros de casa - a los que parecía costarles disimular -no me uní a las risas en un esfuerzo por no caerle mal al profesor.

—Antes de nada, comentar que si no han surgido hasta ahora amistades entre nosotros, no ocurrirá por mucho que nos volvamos a presentar como el primer día — dije con honestidad sin apartar la mirada del profesor. No iba a ponerme en pie para presentarme, así que simplemente continué, esperando satisfacer así la curiosidad del jefe de la casa Ravenclaw — mi nombre es Warren Huxley, nací en el hospital de San Mungo. Mi padre es empresario, se dedica al sector textil. Túnicas de magos, sombreros… todo eso. Mi madre no trabaja, pero tiene la alquimia como hobby. Ambos y obviamente yo, somos sangre limpia — si el profesor quería hablar de su estatus de sangre, él también lo haría. Su campo visual captó el asentimiento de varias serpientes, que sonreían con orgullo.

Era cierto lo que decía el alumno de Slytherin, cosa que tenía bastante en cabeza el profesor, lo que ese alumno no tomó en cuenta es el hecho de que no era el único en clase y a ella asistieron varios alumnos de primer año, alumnos que podrían ser el inicio de la "paz" entre las cuatro casas de Hogwarts, por lo que el profesor se dispuso a responder a sus alumnos de Slytherin y Ravenclaw los cuales ya habían hecho su presentación, llamándole bastante la atención la profesión del padre de aquella joven sangre limpia.

-Es cierto de que vosotros, alumnos de sexto, hagáis amistad después de seis años, pero los alumnos que han entrado en primero este año aún tienen la pequeña posibilidad de ser amigos y el trabajo en equipo entre las diferentes casas será primordial  para aprobar mi asignatura.

Momentos después recordó el trabajo de los padres del joven Slytherin, parecía ser una familia de alta economía, segundos después dirigió su mirada hacia la joven Ravenclaw de sexto curso y con mucha curiosidad comentó:

-Así que su padre trabaja en el Ministerio de Magia,  en el área de Busqueda y Restricción de Dragones... Casualmente yo trabaje allí tras terminar mis estudios hasta hace unos cinco años. Jovencita, ¿podría decirme como se llama su padre?, quizás le conozca.

Tras terminar aquellas palabras se pudo escuchar algún que otro ruido procedente de unos de los cajones de la mesa del profesor, a Erwin no le sorprendió pues conocía su interior pero, ¿sus alumnos sabrían de que se trataba?, ¿quizás el origen de ese ruido fuera el primer trabajo en equipo de los jovenes magos de Hogwarts para aprobar la asignatura de encantamientos?

Desconocía hasta el momento la profesión de los padres de Campbell. Normalmente no era algo que me preocupara en saber, pero en aquella ocasión llamó mi atención. Especialmente el tema de los dragones. Aquellas criaturas eran capaces de representar el poder con su sola presencia. Algo que muchos magos desearían tener, y evidentemente yo estaba entre ellos. ¿El Señor Campbell se dedicaría a la caza de dragones o solo se encargaba del papeleo en el Ministerio? Una pregunta que me encargaría de hacerle a la Ravenclaw una vez hubiera concluido la charla.

No podía estar menos de acuerdo con el profesor. Estaba claro que en Hogwarts no se buscaba el trabajo en equipo entre casas. Si ese fuera el objetivo, ¿por qué habrían de competir entre ellos para ganar una Copa? Me encogí de hombros sin mediar más palabras con el recién presentado Erwin Merian. Lo que estaba proponiendo, era irrealizable. O al menos eso pensaba yo, y me encargué de susurrárselo a la Ravenclaw — trabajemos en equipo, Campbell. Tú trabajas y yo me quedo con los puntos para Slytherin — bromeé antes de volver mi atención al profesor para descubrir que él también había tenido relación con el tema de los dragones. Algo más interesante que hablar de la buena relación entre las casas.

Algo llamó mi atención y la del resto de alumnos. Un ruido procedente del cajón del profesor. ¿Un boggart? ¿Un elfo doméstico encerrado? Lo desconocía. Esperaba que al menos estuviera hecho apropósito, no le apetecía nada tener que asistir a una de esas clases gobernadas por el caos de los alumnos de primero, que corrían de un lado para otro agitando sus varitas como si de piruletas del Honeydukes se tratasen.

Disclaimer:

Sus pies dolían por correr a toda velocidad desde la Sala Común de Gryffindor hasta el aula de Encantamientos, pero eso no frenó a Gwenog hasta que llegó a la puerta del salón, luego de esquivar un par de huffies y un prefecto de gryffindor. Acababa de perder al menos diez puntos, sin duda. Tomando una respiración profunda acomodó un poco su, ya de por si, desaliñado uniforme y trató de escabullirse dentro abriendo la enorme puerta con mucho cuidado, sabiendo que ya iba quince minutos tarde y deseaba hacer el menor ruido posible. Grande fue su decepción al ver que todos estaban sentados y escuchando al profesor Merian. Nop, ni una oportunidad de disimular.

- Mhjmm... Buenas tardes profesor ¿puedo entrar? - preguntó cambiando su peso de un pie al otro, incómoda al verse observada, especialmente por una gran cantidad de Ravenclaws que la miraban con desaprobación, seguramente por "osar llegar tarde a su sagrada reunión". Gwen alzó una ceja incrédula, al parecer se tomaban muy en serio sus clases incluso aunque no fueran obligatorias.

Rápidamente volvió su mirada expectante al profesor. Se sentía algo culpable puesto que Encantamientos era una de las asignaturas que más le costaban, no porque el resto se le hicieran muy fáciles, si no que esta era aún peor y si no levantaba sus notas tendría que dejar la Capitanía del equipo de Quidditch. Genial, las clases ni siquiera comenzaron y ya lo arruinas Jones, perfecto. Pensó.

PD: Hay lugar para uno más? *.*

El ruido del cajón cesó, tal vez por un golpe de varita que dio el profesor sobre él, segundos después unas palabras del joven slytherin hacia la ravenclaw, aunque no le hizo gracia al profesor, él sabía como repartir los puntos de sus clases entre sus alumnos. La puerta se abrió y algunos alumnos de ravenclaw dirigían su mirada hacia la joven Gryffindor que acababa de entrar con algo de desprecio, eso al profesor no le gustaba pero tampoco dio importancia al asunto. Respecto a las palabras de la joven, "Mhjmm... Buenas tardes profesor ¿puedo entrar?", el profesor respondió con seguridad pero sin seriedad:

-Claro querida, pasa, acércate hasta aquí y preséntate por favor.

Dijo el profesor señalando el lugar en el que él estaba, de pie justo delante de la mesa del profesor, esto daría lugar a que todos los alumnos la vieran y no pasara tan desapercibida.

Tras estas palabras, el ruido volvió a aparecer en el cajón, esta vez hacía más ruido y el cajón se movía con más fuerza, algunos alumnos comenzaban a asustarse, especialmente los de primer año ya que nunca habrían visto lo que había en su interior. El profesor estaba seguro de lo que iba a hacer pero, ¿los alumnos serían capaces de trabajar en equipo para hechizar a la criatura que había en su interior?