No dirás nada...¿verdad? [Peter]

Todavía no lograba comprender porque de todos los lugares que podía haber elegido, tuve que terminar escogiendo este. El aula vacía del primer piso...o como yo solía llamarla, "La sala de los pecados" era un lugar bastante acogedor para mí. En las últimas semanas había visitado este sitio incontables veces pero solo con un motivo, practicar artes oscuras o al menos usar varios hechizos que jamás me enseñarían en Hogwarts.

El lugar era más que tranquilo y por las horas a las que me encontraba, era casi imposible que hubiese alguien despierto. No es de noche de hecho era todo lo contario, faltaba poco para que amaneciera y yo era la única demente que podía estar despierta a esas horas de la madrugada pero tenía una actividad por hacer este día y no iba a acobardarme por un estúpido toque de queda, incluso los prefectos debían estar dormidos a esta altura, no quería correr ningún riesgo.

Había traído unos pares de libros, grandes y pesados, cargados de información con la que yo sola me deleitaría esta maravillosa noche. Todo estaba muy silencioso y lo único que se escuchaba era mi suave respiración que se encontraba ahora algo agitada por la emoción del asunto. Había hecho esto muchas veces pero cada vez era más divertido y la adrenalina que me provocaba romper las reglas simplemente no tenía precio.

Me dispuse a abrir los libros y empezar a hojearlos con delicadeza, como si estuviera acariciando a un gatito. Mientras que en mi otra mano mantenía mi varita preparada para empezar a conjurar cualquier cosa que me pareciera interesante y lo suficientemente llamativo como para  que valiera la pena hacerlo.

- Bien bien, esto empieza a ser entretenido - dije cuando vi uno que otro encantamiento en aquel enorme libro.

Si algo caracteriza a un Merodeador, es estar en el lugar menos adecuado en el momento menos oportuno; y yo no podía ser una excepción.

No acostumbro a pasear por Hogtwars a unas horas tan tardías, o prematuras, según se mire; pues apenas quedaban un par de horas para que el sol saliese anunciando el amanecer. Sin embargo, llevar una relación oculta a los ojos de la gente te lleva a moverte a horas que muchos catalogarían como "horario de sonámbulos"; algo de lo que, ciertamente, estoy empezando a hartarme.

Mientras camino por los pasillos de la escuela, en busca de mis aposentos, donde pretendo "colarme" antes de que cualquiera me vea merodeando por el lugar; una especie de instinto, de tentación, llega hasta mi. Como el olor a queso aborda al olfato del ratón, algo que no logro explicar del todo me incita a investigar en las cercanías del lugar.

Invadido por esta especie de frenesí aventurero, tomo mi forma de animago y emprendo una veloz carrera hasta una de las puertas del lugar; la cual enseguida reconozco como el aula vacía del primer piso.

Con el pequeño tamaño que poseo en mi forma de rata, me desplazo por un pequeño hueco situado a escasos centímetros de la puerta principal; logrando introducirme en la sala sin necesidad de abrir la entrada. Es entonces, cuando mi olfato me alerta de que no me encuentro solo en el lugar; y a juzgar por el aroma, diría que "mi acompañante" es una mujer.

Seguí recorriendo el libro pero esta vez con más tranquilidad, tenía todo el tiempo del mundo ya que faltaba bastante para que los alumnos empezaran a levantarse para ir a clase. No es que me importara mucho tampoco si algún alumno me viera, podría fácilmente lanzarle un obliviate y problema resuelto, eso era algo normal para mí.
 
Me detuve abruptamente cuando sentí una sensación rara...sentía que alguien estaba allí conmigo, una presencia que no era mía y enseguida me puse alerta y gire para ver la entrada al salón. - Sigue cerrada...- dije en un susurro a mí misma tratando de tranquilizarme y no comportarme como una paranoica, debe ser otra cosa, no es así?. Pero...la habitación estaba tan silenciosa y tranquila, demasiado silenciosa.
 
No, sentía a alguien allí conmigo en el lugar, en mi sala de juegos,  y no me atrevería a negarlo sin antes explorar cada espacio de la habitación, algo me decía que no estaba sola, empecé a observar todo lo que me rodeaba, estaba oscuro y me levante de mi lugar para tener mejor panorama del aula vacía, pero no tan vacía en este momento como yo comenzaba a sospechar.

Me desplazo por el lugar, resguardado por las esquinas de las sillas y mesas que ocupan la habitación; aprovechando mi agilidad y mi diminuto tamaño. Quizás no sea el más curioso e imprudente de Los Merodeadores; pero eso no impide que, de vez en cuando, me pique el gusanito de la curiosidad.

Al fín y al cabo, por algo soy uno de ellos.

Mientras me encamino, guiado por el aroma de la fémina; puedo escuchar el leve sonido de una de las sillas. Al parecer la joven se ha movido levemente de su asiento ¿Como es posible? ¿Acaso me ha oído, o solo se trata de un movimiento casual?

En ese momento, el ruido de uno de los asientos desplazándose por el suelo, me alerta de que la joven se ha reincorporado ¿Se marcha ya? ¿O realmente se ha percatado de mi presencia en el lugar?

Asustado ante este posible hecho, acelero mi paso en busca de refugio; lo último que quiero es que me descubran y, confundiéndome con una rata común, me ataquen por miedo a posibles infecciones.

Hice un ligero ruido cuando me levante tratando de no llamar mucho la atención en caso de que hubiese alguien conmigo en ese momento. Como era eso posible? Mire toda la habitación y no vi ninguna figura pero todavía tenía esa sensación en el pecho de que alguien estaba ahí conmigo y eso no me gustaba ni un poco.
 
Empecé a caminar por el salón buscando detalles o algún rastro de que ese presentimiento era solo mi imaginación. Me moví de forma sigilosa dando pasos lentos, tenía que tener mucha cautela y no perdí mi tiempo en sacar mi varita y mantenerla en alto en caso de que alguien se me abalanzara por sorpresa.
 
Nada, no vi nada. Mi fije un poco más en la habitación y una idea se me vino a la mente. Sera alguna poción de invisibilidad o tal vez este escondido entre los escritorios?...era un aula oscura y la segunda opción me pareció la más lógica debido a que había ciertas zonas del salón que apenas eran visibles entre las sombras.
 
Sin más vueltas al asunto murmure. - Muffliato - conjure primero para que nadie escuchara lo que pasaba dentro de la habitación. Luego conjure el hechizo "Lumos" de manera no verbal para iluminar un poco y luego después de quedarme en silencio por un rato, observando ahora un área iluminada sin rastro de ningún ser humano que sea yo, una sonrisa apareció en mi rostro y con una violencia monstruosa que salió de mi ser grite- BOMBARDA! - Algunos bancos explotaron a la mierda y otros salieron volando, iba a descubrir quién demonios estaba ahi conmigo aunque tuviera que destruir toda el aula. Mejor prevenir que curar luego.

Me encuentro inmerso en mi escapada, cuando escucho una voz de mujer pronunciando lo que parece ser un hechizo; seguidamente, una luz de origen mágico comienza a invadir la oscura sala. Al parecer mis sospechas eran más que ciertas, la joven sabe que no se encuentra sola; y ese Lumos, puede corroborarlo.

Por suerte, mi pequeño tamaño aún me sirve para ocultarme del conjuro iluminador; aunque, para mi desgracia, la maga no se conforma con alumbrar el aula.

Al grito de Bombarda, los bancos y asientos del lugar comienzan a volar por los aires como si estuvieran hechos de dinamita. Asustado ante tal espectáculo explosivo, y de manera completamente incosciente, vuelvo a mi forma humanoide.

Acto seguido, emerjo de entre las sombras y los escombros; con las manos en alto, y visiblemente asustado.

- ¡ME RINDO, ME RINDO! - grito, manteniendo las manos alzadas y acercándome hasta la joven; la cual, como no podía ser de otra manera y era más que evidente, resulta tratarse de una Slytherin

Observo con atención a la joven; su rostro me resulta familiar, aunque no recuerdo su nombre.

Di un salto hacia atrás cuando de la nada apareció un chico que por sus ropas claramente era un Gryffindor, estaba gritando como loco que se rendía. Tal vez exagere un poco con el Bombarda?... Naaaah se lo merecía por espiarme, ¿Qué demonios estaba haciendo despierto a esta hora?

- ¡¿Quién cojones eres!? ¿Por qué me espías? Responde gusano!!- dije con un voz rabiosa mientras me acerque al chico con rapidez y lo apunte con mi varita justo a la altura de su cuello a modo de amenaza. "¿Cuánto vio? ¿Habrá visto los libros?" Empecé a preguntarme con rapidez. Lo bombardee literalmente de preguntas y el chico parecía como si estuviese a punto de lanzarse contra una ventana o algo para escapar de mi varita. Eso solo me hizo enfadar más, odiaba la gente cobarde, aunque dada mi actitud tan hostil hacia el sumado a mi cara contorsionada en una mueca agresiva, como si estuviera a punto de saltarle a la yugular, no me sorprendía de que estuviera asustando.

Tal vez exageraba en mi trato violento con el pero podrían expulsarme por ejercer la magia oscura, y más proviniendo de esos libros, debía asegurarme de que el Gryffindor no había visto nada que podría inculparme, no podía permitirlo. ¿Cómo demonios pudo meterse a la habitación? Estaba cerrada!

- No voy a repetirlo...- Mi voz esta vez era aún más amenazante al ver que el chico no contestaba, ¿Qué debía hacer a continuación?.

Enseguida, la joven comienza a increparme refiriéndose a mi como "gusano"; aunque apenas puedo gesticular palabra alguna con la que rebatirle, presa del miedo que inunda cada centímetro de mi cuerpo.

Es entonces cuando, varita en mano, se acerca a mi y me bombardea a preguntas; lo cual, en cierto modo, comparando al autentico bombardeo de antes, es casi un alivio. Parece tensa; y, por su forma de comportarse, no parece estar dispuesta a esperar demasiado a una respuesta por mi parte.

- P-peter...Pet-ter P-pet-tigrew - contesto en un débil tartamudeo, apenas audible; completamente aterrado, luchando por no mearme en los pantalones - Peter Pettigrew...Soy amigo de Sirius y James Potter - vuelvo a repetir, tras tragar saliva y un leve carraspeo; con un tono algo más elevado y entendible, pero no lo suficiente como para ser considerado uno normal - Y-Yo...Solo estaba merodeando un poco...Entré por pura curiosidad...Ni siquiera sabía que estabas aquí

Cada parte de mi está temblando a un ritmo completamente diferente, inundado por un completo terror; las rodillas me flaquean, y mi cuerpo se mantiene en pie únicamente por el pánico a producir el más mínimo movimiento que lleve a la maga ha hacer un uso de su varita mucho más peligroso que el de servir como apuntador. Si mi cuerpo me respondiese, ahora mismo estaría corriendo desesperadamente en busca de la primera ventana por la que saltar; sea cual sea la altura a la que se encuentre.

- Pettigrew? - Pregunte al principio pensando en donde había escuchado ese apellido antes ya que me sonaba de algo. Mis dudas se aclararon cuando mencionó a sus dos amigos.
- Ah, sí...el Black que término siendo más león que serpiente - dije con una sonrisa casi inexistente mientras relajaba un poco la presión sobre el cuello del Gryffindor pero aún lo observaba con intensidad vigilando de que no tuviera ninguna ruta de escape.
 
Seguía sin sorprenderme de que el chico estuviera cagado hasta las patas...no todos los días encuentras a una chica de ojos rojos que casi brillan en la ahora penumbra de la habitación y que encima te apunta con tu varita dispuesta a hacerte daño. Yo no iba a hacerle daño...bueno...solo mientras conteste mis preguntas y me guste lo que oiga.
Mire al chico de arriba a abajo inspeccionándolo mejor, me gustaba guardar detalles en mi cabeza de las personas que conocía, era algo así como una forma de control y reconocimiento para mí.
 
Pero en cierto punto empecé a hartarme del cuerpo del chico que temblaba sin control, no se supone que era de la casa de los leones? y luego me preguntan porque no creo en esas estúpidas características de cada casa...
- Tranquilo...mientras te quedes calladito y contestes, no te haré nada...Deja de temblar!! ¡¿Acaso no eres un león?! - mi voz al principio fue suave, casi un susurro lento pero luego en la frase final un siseo venenoso salió de mis labios, se me habrá escapado el Pársel otra vez?...no creo, mis palabras habían salido normales o eso creo yo.
 

-Mírame a los ojos cuando te hablo...Cuanto vistes? - Hice la pregunta que definiría el destino del chico, todo el aire en el aula vacía se tensó de repente luego de mis palabras y el chico también parecía que lo hizo cuando apreté de nuevo la varita en su cuello.

Aunque al principio la violenta albina no parece "ubicarme", finalmente parece reconocer quien soy yo; haciendo una leve referencia a Sirius, y sus pequeños problemas familiares. Es entonces cuando su mano parece relajarse un poco, distanciando así levemente su varita de mi garganta; aunque sin dejarme suficiente espacio como para tener una huida asegurada.

La joven me observa en silencio, mientras una mueca crítica se dibuja en su rostro; puedo sentirlo, como me juzga. Seguramente, no comprende como Gryffindor puede tener como miembro a un cobardica como yo; los estereotipos de las Casas, a menudo, no solo son un problema para muchos sino, en su mayoría, erran en el "carácter general" de sus miembros.

En ese momento, la fémina me pide que me tranquilice; alegando a mi supuesto espíritu de león. Aunque sus palabras, más que de animo, suenan como una orden; una orden pronunciada por los labios de una peligrosa y mortal serpiente.

Acto seguido, dedicándome una mirada completamente aterradora, me pregunta por lo que he visto durante mi "incursión" a la sala.

- Nada de nada - contesto con completa sinceridad y auténtico pavor reflejado en mi rostro - Si ni siquiera sabia que eras tú la que se encontraba aquí...hasta que empezaste a atacarme - continúo, intentando mantener la calma; aunque aún aterrado porque mis palabras no se consideren como veraces ante mi nueva peor pesadilla

Le di al chico una mirada más severa y oscura. Estaba diciendo la verdad? O acaso era solamente un buen actor? Debería arriesgarme a dejarlo ir?, miles de preguntas azotaron mi cabeza con rapidez y no estaba muy segura de que hacer con el pequeño espía. No podía confiarme.

Aún lo seguía mirando en silencio, como si estuviera meditando que iba a hacer a continuación. Podía hacer una cosa, solo un tipo de magia bastaría para saber si el chico mentía o no pero recién estaba instruyéndome en esto...bueno, me servirá de práctica, y me ayudaría a sentirme más tranquila al respecto. Iba a convertirse en mi conejillo para experimentos, debía hacer esto de lo contrario podría meterme en problemas graves y sinceramente no iba a arriesgarme por culpa de un muchacho madrugador y curioso.

Me acerque un poco más hacia el mirándolo de forma fría  - Solo hay una forma de saber si dices la verdad Pettigrew...relájate, esto probablemente duela un poco, o mucho. - termine de decir esto mientras levantaba mi varita y volvía a presionarla contra la carne del Gryffindor solo que esta vez apunte a su cabeza. - Legeremens! - Un siseo se me escapó cuando pronuncie el hechizo pero no le di importancia al asunto mientras me concentraba en entrar en la cabeza del león cobarde, me pregunto qué cosas encontrare ahí adentro...Aunque no cante victoria ya que el chico podría saber Oclumancia. Eso seria interesante...

La joven aún parece desconfiar de mis palabras, así que decide hacer uso de otros métodos menos convencionales y más confiables a la hora de "encontrar la verdad".

Ante mi atónita mirada, la hermosa pero aterradora albina, apunta su varita contra mi y pronuncia en voz alta y clara Legeremens. Acto seguido, un extraño fogonazo se produce ante mis ojos y, seguidamente, todo adquiere un curioso tono; como si, todo a mi alrededor, hubiera cambiado levemente de color.

Es entonces cuando me percato de que ya no me encuentro en la misma sala de antes; ahora, estoy de nuevo junto a mi amada Samantha. Ambos estamos disfrutando del pequeño placer de disfrutar de los labios del otro; besándonos suavemente, saboreándonos.

En cuestión de segundos, todo a mi alrededor vuelve a cambiar. Ahora estoy paseando por los pasillos, en busca de mis aposentos; veo la puerta del aula vacía, y me cuelo, por una de sus rendijas, reduciendo súbitamente mi tamaño.

Todo ello, ocurre desde mi propia perspectiva; por lo que no puede verse realmente como consigo hacer esto.

Una vez dentro, paseo por los alrededores del aula; desplazándome entre las patas de las sillas y las mesas del aula. Todo empieza a desarrollarse nuevamente como al principio, y concluye de igual manera; con el encontronazo con la joven histérica, y su posterior amenaza.

Me concentro mientras escarbaba en la profunda mente de aquel Gryffindor, al principio no pude encontrar lo que quería ya que aún era un poco inexperta en todo esto de la Legeremancia pero a cambio me encontré con una escena que para muchos seria tierna, mientras que para mí era una completa pesadilla.
 
Aquel chico demostrándose de manera cariñosa con una mujer que no conocía de nada pero que parecía que estaban a punto de devorarse entre sí o derretirse del calor que parecía emanar aquel momento. En ese momento pensé seriamente en salir de la mente del joven pero con toda mi fuerza de voluntad ignore mi desagrado infantil ante la muestra de cariño y amor e intenté escarbar de nuevo su mente para ver si esta vez daba con la información que buscaba, di justo en el blanco a los pocos segundos. 
 
Lo único que pude ver a través de los ojos del chico fue a el mismo pero desde un cuerpo más bajo. "Ooooh así que era por eso que no te veía! Eras un maldito y pequeño animal!", pero debido a que lo veía desde su punto de vista no pude identificar su forma. Así que continúe viendo la escena hasta llegar a lo que me interesaba. Una vez de que me había asegurado de que todo estuviera en orden, salí de la mente del Animago y luego de recuperar un poco la compostura volví a mirarlo de manera intensa pero esta vez un poco más suave.
 
- Bien...decías la verdad, menos mal para ti - dije con simpleza mientras agarraba su brazo con delicadeza ayudándolo un poco para que no se cayera, me quede mirando mi mano un tiempo, odiaba tener contacto físico innecesario con la gente pero decidí ignorar la sensación incomoda solo por hoy. No lo hice por nada en especial, pero pretendía que se lo tomara como una forma de "Disculpa" aunque en el fondo no me arrepentía de nada, mi pellejo estaba en juego y no tenía otra opción.
 
- Te va a doler la cabeza durante unos minutos...ya se te pasara, es normal. -  mi tono era indiferente y ya no estaba tan tensa como lo había estado antes.

Después, todo parece volver a la normalidad;  los "recuerdos" cesan, y yo me  encuentro nuevamente frente a la joven de intensa y fría mirada.  Aunque esta vez, sus ojos no parecen estar pidiendo mi sangre; sino que, su mirada, parece algo más indiferente.

La joven parece contentarse con lo visto y, tras certificarme en voz alta de que cree mis palabras, me ayuda a reincorporarme con cierta delicadeza; casi impropia, para alguien que segundos antes ha amenazado con silenciarme. Acto seguido, la joven me avisa de los efectos secundarios del hechizo; intenso dolor de cabeza, durante varios minutos.

- G-Gracias... - contesto, tímidamente, con cierto tartamudeo; aún algo asustado por todo lo ocurrido -  Siento todo lo ocurrido...Yo...No pretendía molestarte - me disculpo ante la joven, mientras poco a poco mi cuerpo parece calmarse; recuperándome así del enorme susto - Deberíamos empezar de cero, y hacer como que nada de esto ha ocurrido - le sugiero con una leve mueca en el rostro, intentando esbozar una sonrisa que apenas puede relucir debido al tan reciente pánico y terror sufridos - Mi nombre es Peter Pettigrew - digo, extendiendo mi mano de forma cordial; con intención de que las estrechemos, en señal de paz - Soy de Gryffindor

No tengo ni la menor idea de como reaccionará la albina de hermosa y penetrante mirada; solo espero que no decida cambiar de opinión a última hora, y convertirme en puré de Rata.

Me quede mirando por unos segundos la mano estirada del muchacho, aún seguía mirándolo de manera fija y se notaba que eso lo estaba incomodando bastante, no me importo la verdad ya que esa era básicamente mi intención.
 
Estire mi mano izquierda lentamente ya que en la derecha aún tenía mi varita, solo por si acaso. Tomé su mano y la estreche con firmeza aún mirándolo a los ojos. - Abyzou Crimson-  dije lentamente haciendo un gesto elegante con la cabeza a modo de saludo. Y con una sonrisa algo oscura decidí continuar. - Slytherin...y de hecho Pettigrew, si, la verdad que me interrumpiste en algo bastante importante - hice una pausa para hacer la situación aún más dramática y aterradora para el joven, mi tono era bajo y amenazador como si estuviera preparándolo para mis próximas palabras.

- Pero...ahora que estas aquí, creo que podrías ser un buen sujeto de pruebas...Te gustaría ayudarme? - No era una pregunta, era una orden, mire hacia los libros que estaban tirados en el suelo del aula y luego volví a mirar al chico con una sonrisa algo macabra. Había varios hechizos en esos libros que podría practicar con el, No iba a matarlo por supuesto pero sería divertido practicar un poco, tal vez incluso el muchacho aprendiera algo, quién sabe?
- Tranquilo...no va a pasarte nada malo - mi voz era suave e inspiraba tranquilidad, actué un poco mi voz para que el Gryffindor se confiara, podía ser muy persuasiva cuando me lo proponía y el sería una buen conejillo de indias.

Off: Perdona la tardanza

La joven estrecha mi mano, sin guardar su varita, presentándose como Abyzou Crimson y una Slytherin; dedicándome un cierto tono, que me hace helar la sangre.

Tras una pausa que se hace casi eterna, la joven  me pregunta si me gustaría ayudarla; dirigiendo una breve mirada a los libros que decoran ahora el suelo, y luego volviendo su vista hacia mi. Todo ello acompañado de una sonrisa completamente aterradora, que no hace sino aumentar mis ganas de largarme cuanto antes de la psicópata de cabellos blaquecinos.

Sin embargo, antes de que pueda si quiera negarme, la joven me dedica un tono mucho más dulce; casi tranquilizador. Sus palabras, ahora, inspiran cierta confianza; haciéndome dudar completamente de mi decisión.

- Bueno...yo...¿De que clase de ayuda estamos hablando? - le pregunto con un notable tono de duda, aunque algo más relajado - Te advierto que no soy muy diestro en el uso de hechizos y encantamientos - comento con sinceridad

El Gryffindor cayo redondito ante mi tono aparentemente dulce, acaso era tan ingenuo?. Lo mire un poco más y le di una pequeña sonrisa, casi inexistente pero no podía negar que dentro de poco la diversión comenzaría.
 
El joven se mostraba algo dudoso al principio pero parecía tranquilo, al menos ya no estaba temblando como una gelatina y ahora se mostraba más curioso acerca de lo que tenía planeado en mi cabeza. ¿Qué haría primero? Tantos hechizos y tan poco tiempo...
 
Mi mirada se intensifico en el muchacho y con una sonrisa algo picara decidí que era momento de ponerme en acción.
- Mmmmm Oye Pettigrew...Sabes lo que es la Nigromancia verdad? - pregunte al muchacho con una voz lenta y susurrante, como si estuviera hablando Pársel, pero para mi suerte no lo estaba haciendo, casi se me escapa.

Apunté con mi mano hacia la dirección donde se encontraban los libros y con una sonrisa algo oscura invite al animago a acercarse más. - Ven, que el juego va a empezar - termine de decir con un tono extremadamente suave y dudaba que el chico me habia escuchado completamente.

En su rostro, una sonrisa que podría considerarse hasta sensual, se dibuja con suavidad al escuchar cada una de mis palabras; no sé si satisfecha de mi posible ayuda, o demostrando ser una serpiente más que astuta que maneja la situación a su pleno antojo. Algo, que en cierta forma, no me deja del todo tranquilo; aunque, claro, no me altera tanto como tener a la joven apuntándome con su varita.

Tras escuchar mis palabras, la joven me pregunta si sé lo que es la Nigromancia; aunque en un tono más de afirmación que de pregunta, como dando a entender que la respuesta será sin dudar afirmativa. A lo que respondo simplemente con un leve, y algo nervioso, movimiento de mi cabeza.

Si mal no recuerdo, de la clase de artes oscuras, dicha rama de la magia se vasa en el uso de muertos y espíritus para la adivinación; algo que, por supuesto, no es un tema que me apasione...¿A quien demonios podría gustarle algo tan aterrador?

Mientras oscuros pensamientos y miedos inundan los rincones más recónditos de mi mente, la joven me incita a que la acompañe; con un tono suave y algo hipnotizante, al que apenas puedo resistirme.

Tímidamente, y algo asustado, me acerco hasta la joven; como un pequeño animal, listo para huir en cuanto las cosas parezcan ponerse peligrosas.

Mi sonrisa se extiende un poco más cuando vea al chico acercarse como un perrito hacia mí. - Bien bien, por dónde deberíamos empezar pequeño Gryffindor...? - dije con una risa suave algo oscura, empecé a caminar hacia los libros y me senté con delicadeza en el suelo palpando el suelo a mi lado para que el chico se sentara, no lo quería cerca mío pero si intentara escapar después me sería más fácil agarrarlo y inmovilizarlo.
 
Abrí una de las páginas en las que me había quedado, las cuales hablaba específicamente de la nigromancia. Era una persona muy conocedora de esta rama de la magia y sabia manejarla muy bien pero hasta ahora nunca había tenido la oportunidad de usarlas en ninguna ocasión.  - Los Inferi son criaturas muy oscuras...cadáveres humanos que han sido poseídos mediante magia oscura para hacer con ellos lo que se le antoje a su Amo...- Dije en un susurro, explicándole al joven como si fuera su mentora.
 
Había intentado hacer un Inferi antes pero nunca se dio la oportunidad, además de que estaba experimentando un poco y quería comprobar si era posible hacer lo mismo pero con animales. Aunque no había salido muy exitoso, iba a seguir intentándolo hasta lograrlo.
 
Cambie páginas y, pasaron varios minutos leyendo en silencio antes de llegar a el tema siguiente, los Imperdonables...Esto era lo que quería poner en práctica. Ya había hecho uso de estas pero tenía una curiosidad, una que solo el joven animago podía responder. Levante la cabeza y mire de forma sombría al chico que se mostraba algo impaciente con mi silencia anterior. Sin más preámbulos empecé a jugar con él. - Tu eres un Animago verdad? - era más una afirmación que pregunta y no deje al chico contestar ya que seguí hablando de manera lenta y letal. - Sabes...siempre tuve la duda de que si era posible usar Imperio sobre alguien transformado en animal...- termine de decir en un tono mortal y que helaba la sangre, dejando claras mis intenciones con el chico, el juego había comenzado y la serpiente iba a devorarse a su presa.

La joven toma asiento en el suelo, rodeada de los libros que se encuentran tirados por este; palpando levemente junto a ella, haciéndome entender que haga lo propio acomodándome a su lado. Decido hacerle caso; aunque más por miedo a otro posible ataque de furia, que por plena confianza en ella.

Una vez en el suelo, esta agarra uno de los libros y comienza a ojearlo; dedicándome en el proceso un par de palabras en voz alta, como si su intención fuese instruirme en la materia. Genial, no hay bastantes profesores en Hogwarts; como para que una alumna venga, también, a darme lecciones.

Sin embargo, y para mi desgracia, la joven interrumpe el aburrido momento pedagógico, para dedicarme una pregunta, marcada con tan notables segundas y oscuras intenciones, que no hace sino palidecer completamente mi rostro; provocando en mi, un completo sentimiento de terror y unas irrefrenables ganas de marcharme del lugar.

Ha descubierto que soy un Animago, y pretende usar Imperio contra mi para sus más que dudosas y nada éticas intenciones; algo que, por supuesto, no me causa ni el más mínimo agrado. Si que entrase en mis recuerdos y hurgase en ellos, ha sido una experiencia bastante desagradable; que me use a su antojo, como un criado sin capacidad alguna de contradecir ordenes, será sin lugar a duda algo aterrador.

- Yo... - digo, completamente atemorizado ante las palabras de la maga; alejándome poco a poco de ella, por el suelo, sin darle un solo instante la espalda

En cuestión de segundos, tomo la forma de una rata y emprendo la huida apresuradamente; rezando a cada paso por no ser atrapado por la serpiente de blanca melena.

- Tranquilo que solo serán unos segundos, apenas sentirás algo - Dije tratando de persuadir de nuevo al animago pero fue inútil, estaba cagadisimo del terror, se le notaba en la cara y no tardo mucho en que su expresión se transformara en una de completo y absoluto horror. Antes de que me diera tiempo a reaccionar, el joven se transformó en una pequeña rata que no tenía más intenciones que huir de mí. Asi que en eso te convertías eh, Pettigrew?! No iba a dejarlo huir, estaba muy equivocado si creía que iba a escapar de mi.
 
Me levante como un rayo y volví a apuntar con mi varita al chico rata y sin pensar en nada, solo actué y grite. - Imperio! - mi tono fue venenoso, como si estuviera tirándole el hechizo a alguien que odio con todo mi ser, no encontré palabras para explicar aquella sensación. Siempre me sentía bien cada vez que demostraba tener la situación completamente bajo control o ser la alpha en todo. Pero en este momento solo era yo y el Gryffindor, yo la acechadora y él el acechado. El hechizo empezó a formarse en mi varita, con su color característico, y salió disparado hacia la rata humana, acaso le pegaría?


Offrol: Un pequeño detalle que quiero aclarar que me olvide xD Mi Pj tiene el pelo blanco no rubio :3

OFF: Disculpa, mea culpa; lo tendré en cuenta

La joven no tarda demasiado en reaccionar ante mi huida, como era de esperar; su varita se alza entre sus manos, y, tras pronunciar las palabras imperio, una intensa luz se desarrolla en la punta de esta. Todo lo cual hace, que apresure aún más el paso; mientras mi corazón palpita con la intensidad y la fuerza del caminar de un poderoso caballo.

Para mi desgracia, no tengo demasiadas opciones ante mí; solo una única salida, una única escapatoria. El mismo agujero por el que entré; lugar que, para colmo, mi atacante ya conoce gracias a aquel maravilloso momento de revelaciones mentales.

En mi huida, el hechizo golpea a escasos centímetros de mi; sin embargo, aún no estoy lo suficiente cerca de mi salvación. Ella aún podría alcanzarme fácilmente; o, peor aún, acertarme.

- Me cago en todo! - grite con furia cuando el maldito Gryffindor se las arregló para esquivar la maldición, empezaba a meterse por debajo de los pocos pupitres que estaban en buen estado y los otros que habían volado antes con el Bombarda.
Empecé a perseguir a la rata agachándome por el suelo y moviendo como una serpiente por los suelos, moviendo con mi varita los bancos que se interponían en mi camino.
- Eres rata asada Pettigrew! - dije con gran veneno en mi voz, ya no era la dulce chica que pretendía ser hace unos momentos atrás, el demonio había salido y no iba a dejar escapar a ese animago. Llego un momento en que mi orgullo me impidió seguir arrastrándome como una maldita cucaracha. Me levante con rapidez para no perder al chico y moviendo todos los bancos esta vez a patadas, lo localice pero estaba bastante lejos de mí. Lo mire fijamente con una expresión que prendería fuego el ártico y sin usar la varita apunte con la mano al joven y susurre. -Arresto Momentum -
 
La rata empezó a moverse como en cámara lenta, frenando casi en totalidad su movimiento y su escape. Mi cuerpo se relajó al ver a mi víctima y una sonrisa arrogante lleno mi rostro seguido de una mordida de labio suave de pura satisfacción al verlo acorralado de esa forma. Como la rata que era.
 
Me acerco y empiezo a girar a su alrededor, sigue moviéndose lentamente, incluso más lento que un caracol. Lo estaba acechando y él lo sabía perfectamente, podía sentir su miedo y confusión.
Me puse de rodillas justo en frente de él, dejando caer mi larga cabellera blanca hacia adelante, dándome un aspecto fantasmal. Levante uno de mis dedos y empecé a moverlo de forma lenta, dando una seña negativa, de derecha a izquierda. - Tsk tsk...Chico y rata mala...- dije chasqueando con la lengua y susurrando suavemente, cambiando drásticamente la personalidad agresiva que tuve hace unos momentos.
 
- Enserio pensaste que podías huir de mí?...No me subestimes, porque va a ser lo último que hagas Peter...- termine de hablar, diciendo su nombre por primera vez, como saboreándolo, amenazándolo, yo tenía el control de la situación y él lo sabía. Eso me encantó.


- Jaulio - dije de repente sin siquiera dejar pestañear, una jaula pequeña apareció, dejando al chico completamente encerrado y a mi merced. - Jeje, voy a tener que castigarte ahora...iba a ser buena contigo pero no manejo muy bien un no como respuesta sabes? - Todavía susurraba y empecé a pararme mirándolo fijamente, el hechizo de retraso desapareció y ahora lo tenía justo y como lo quería.

Finalmente, mi huida se ve truncada, tras un par de inútiles y algo tristes intentos por atraparme, por las más que decentes habilidades mágicas de mi perseguidora. La joven de albina melena, realiza un poderoso conjuro que detiene casi completamente mi marcha; provocando, que cada parte de mi cuerpo, se mueva a un ritmo y velocidad muy inferiores a los de ella.

Sin embargo, a pesar de que mi cuerpo se mueve despacio, mi mente sigue funcionando al mismo ritmo; por lo que, para mi desgracia, puedo ver cada uno de los movimientos de la muchacha. Puedo ver su oscura y macabra sonrisa, mientras se regodea de su más que evidente superioridad; haciendo que, cada centímetro de mi cuerpo, tiemble de puro horror.

Entonces, entre marcadas amenazas, la joven realiza un nuevo hechizo; encerrándome en una pequeña jaula, de la cual no creo sea posible escapar. Una vez dentro, recupero por fin el dominio pleno de mi cuerpo; aunque de poco más me sirve, que para aferrarme a las barras de mi prisión (Como un prisionero, aferrándose a los barrotes de su celda).

Poco a poco, mi corazón comienza a acelerarse; más y más, con cada pensamiento que se produce en mi mente. Mi imaginación, vuela; haciéndome delirar entre infinidad de posibles métodos de tortura.
Todo el pánico que inunda mi ser, puede conmigo; cayendo en un profundo desmayo.

Todo sucedió muy rápido y cuando menos me di cuenta, el chico rata había caído como bolsa de papa contra el duro piso de la jaula. Se había desmayado...mierda, creo que se me  había pasado un poquito la mano. Yo quería que estuviera bien lucido mientras practicaba los hechizos! No completamente fuera de sí, por un momento pensé que estaba muerto. Me acerque hasta la jaula y decidí hacer desaparecer el hechizo de encierro.
 
Estire mi mano y toque el cuerpo (Ahora en forma humana) del Gryffindor, no se movía y empecé a desesperarme un poco. No me preocupaba que estuviera muerto pero faltaba muy poco para el amanecer y los chicos empezarían a rondar por los pasillos, como iba entonces deshacerme de un cadáver, encima el chico era mucho más alto que yo y por ende pesado, incluso moviéndolo con la varita sería demasiado obvio y no tenia ninguna poción de invisibilidad como para ocultarlo.
 
Intente hacer algo un poco Muggle y puse mis dedos en el cuello del animago y podía sentir algo pero era muy débil. Sin pensarlo dos veces apoye mi cabeza en su pecho y me relaje completamente cuando note que respiraba y que su corazón latía, débilmente, pero latía al fin y al cabo.
 
- Enserio soy tan aterradora? - me dije a mi misma completamente ofendida. - Maldito chico...me has arruinado la diversión! Acaso no eres un maldito Gryffindor? Joder...y luego me preguntan porque demonios no creo en los estereotipos de las casas - Termine de decir con un resoplido molesto para luego volver a mirar al chico tirado en el piso.
 
Me senté en el suelo junto a él y levantando mi varita susurre un hechizo, que supuestamente hacia a las personas levantarse de la inconsciencia. Aunque no sabía si funcionaria.